Peta-Aktion. Quelle: Arturo de Albornoz/flickr CC BY-SA 2.0

¿Cómo piensan los defensores de los derechos de los animales sobre las formas ilegales de acción y violencia?

Presumiblemente, la mayoría de los activistas de los derechos de los animales rechazan la violencia como el medio para alcanzar sus metas. Sin embargo, incluso la organización más grande PETA explícitamente no se retira del movimiento militante e incluso actúa como su orador público.

Peter Singer también rechaza la violencia y el filósofo de los derechos de los animales de Salzburgo, Helmut F. Kaplan, dijo que para exigir tolerancia contra los consumidores de carne sería tan absurdo y obsceno como exigir tolerancia contra los violadores y asesinos. Especialmente para la parte denominada “movimiento de liberación animal”, como una práctica política común proceden al hurto de animales en laboratorios experimentales, granjas de explotación y engorde ganaderas, asi como de granjas para la industria peletera. Los activistas roban animales, a los que llaman “liberación”, aunque pocos de estos animales “liberados” vivirán posteriormente una vida en libertad.

El grupo influyente de este movimiento es el Frente de Liberación Animal (ALF) – Animal Liberation Front-, que es considerado como una organización terrorista en los Estados Unidos y consiste en grupos autónomos distribuidos en diferentes países. Además de los robos, también ejercen acciones violentas, como: incendios ataques con bombas, asaltos, accidentes provocados, sabotaje y psicoterrorismo.

Las acciones militantes están dirigidas contra médicos, farmacéuticos, zoólogos, granjeros, peleteros, cazadores, pescadores y todos los que trabajan con animales o  en algún negocio de animales. En el Reino Unido, los activistas por los derechos de los animales lograron una espectacular victoria a principios de 2002. Lograron expulsar a la empresa de investigación Huntingdon Life Sciences del país, una de las mayores empresas mundiales de experimentos independientes con animales. Durante cuatro años, los activistas intimidaron sistemáticamente a los empleados, socios comerciales y accionistas, en parte por medio de métodos legales y otras veces con métodos criminales. Los empleados de Huntingdon fueron golpeados, sus coches incendiados, se colocaron bombas incendiarias, también fueron atacados los empleados de las sucursales de los bancos de concesión de créditos, inversores extranjeros fueron amenazados tanto profesional como de forma privada para dañar su reputación.

En Alemania, en 2015, un departamento del Instituto Max Planck, que también llevaba a cabo experimentos con los primates sobre enfermedades cerebrales neurológicas, como el Alzheimer y el Parkinson,  paralizo su investigación, debido a una avalancha de amenazas e intimidación por los activistas de los derechos de los animales. La alemana Premio Nobel Christiane Nüsslein -Volhard ha recibido amenazas de muerte, porque experimenta con moscas de fruta y pez cebra. En Europa, América del Norte y Australia, varios miles de delitos han sido cometidos por la ALF y otros comandos de los derechos de los animales desde los años ochenta.

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